Expresión de origen anglosajona que significa jugarse la piel. Se emplea para hacer referencia a cuando una parte involucrada en un proyecto aumenta su nivel de involucración haciéndose partícipe de las ganancias Y de las pérdidas.
Un ejemplo característico es una situación en la que los principales directores de una compañía utilizan su propio dinero para tener participaciones de la organización que están dirigiendo.
Para Nicholas Taleb, en su libro homónimo Skin in The Game (libro), la expresión va mucho más allá. Puede llegar a convertirse en un paradigma de trabajo, en una cosmovisión, que puede aplicarse a todos los ámbitos de nuestras vidas. Según el autor, asegura la equidad y la justicia, es el destructor definitivo de chorradas (bullshit) y se convierte en un criterio crítico de confianza (Desconfía en general de los escenarios de toma de decisiones que no involucran skin in the game)
La capacidad de poner la propia piel en juego suele ser un aspecto clave de las mejores estrategias corporativas (La estrategia es implacable y demanda ‘skin in the game’) y un aspecto clave de la comunicación interpersonal (La asertividad es clave en CPS). El motivo es que suele ser una de las mejores soluciones para combatir los problema de agencia.
En el caso de Singular Solving, este concepto es una pieza clave que define la forma de trabajar: